Ni los Chiefs pudieron resistirse a estos pecados capitales- Café Lombardi

Los siete pecados capitales son conductas humanas que podríamos calificar como faltas del comportamiento. Aunque en su origen puedan tener raíces cristianas, en la actualidad son actos que afectan a todos con independencia de su religión, sexo, raza o creencias políticas.  El football de la NFL lo practican humanos que cometen errores: no solo es un error lanzar un pase mal ejecutado, fallar una tackleada o no hacer una cobertura en la secundaria, sino que existen multitud de faltas del comportamiento que afectan a los practicantes del football

¿Cuántos jugadores sienten envidia de las prestaciones atléticas de otro? ¿Cuántos jugadores están muy pasados de peso víctimas de la gula? ¿Cuántos jugadores se ven implicado en escándalos sexuales por satisfacer su lujuria? 

Hemos visto infinidad de jugadores incapaces de controlar sus ataques de ira ¿Cuántas veces vemos a equipos recibir penalizaciones por conductas antideportivas por jugadores incapaces de controlarse? ¿O jugadores que la emprenden a golpes con lo primero que se encuentran tras un fallo? No dejan de ser ataques de ira, llamémosles enfados, si queremos. Y quizás, el pecado capital más habitual entre deportistas profesionales sea la avaricia: el irrefrenable impulso de adquirir más riqueza  y firmar el mejor contrato en beneficio propio, aunque ello suponga afectar a los intereses del colectivo.

Otro pecado capital muy acostumbrado entre deportistas profesionales es la pereza. Hay infinidad de jugadores que son tachados de vagos, de no rendir conforme a sus excepcionales cualidades atléticas, simplemente porque no les apetece. No he querido dar nombres, pero todos hemos conocido casos de profesionales que escapan –o intentan justificarse con toda clase de excusas– de su presencia en los entrenamientos de temporada baja o incluso de pretemporada, los duros y exigentes Training Camps.

Y me he dejado para el final la soberbia, que es considerado el más grave de todos los pecados capitales. En la NFL, entre la élite y entre los mejores, la soberbia es una de las conductas más habituales y perjudiciales, puede destrozar vestuarios y equipos enteros. Hemos visto infinidad de casos de jugadores que acaban siendo una manzana podrida en el vestuario. A veces les tachamos de vanidosos, narcisistas o ególatras; su “Yo” está por encima del colectivo. Y dentro de la soberbia, una de sus manifestaciones más comunes es la arrogancia, esa actitud que supone creerse mejor que los demás, o que los demás están por debajo de uno.

Los Chiefs habían construido el momento perfecto

¿Pueden todos estos pecados capitales afectar, no solo a jugadores y técnicos, sino al juego o un partido? Por supuesto que sí, de igual forma que un error técnico o táctico afecta al desarrollo de un partido. Que se lo pregunten a los Kansas City Chiefs, más en concreto a Patrick Mahomes y, a fin de cuentas, a su principal responsable, el entrenador jefe Andy Reid.

El pasado domingo, los Chiefs estaban aplastando a los Cincinnati Bengals en la final de la AFC. Con asombrosa capacidad se pusieron arriba 21-3 en un auténtico vendaval de juego y manifestación de superioridad. La defensa de los Bengals no parecía tener respuestas, como tampoco su ataque, hasta que una jugada grande de Samaje Perine hizo daño a la habitualmente endeble defensa de los Chiefs. No había razones para entrar en pánico porque, mientras los Chiefs pudieran seguir el ritmo anotador, nadie podía pensar que los Bengals tuvieran una sola oportunidad.

Además, los  Chiefs se encontraron en una situación inmejorable para ejecutar lo que se conoce como el Double Dip, la oportunidad de anotar en la última posesión del primer tiempo y empezar con la posesión en el segundo tiempo. A poco que anotaran sendos goles de campo, tuvieron oportunidad de poner un 27-10 en el marcador, que son tres anotaciones.

Llegan la avaricia y la soberbia

Faltando solamente cinco segundos en el segundo cuarto, en la yarda 1, los Chiefs pudieron haber anotado un sencillo FG, tres puntos, e irse 24-10 al descanso y empezar con posesión en la segunda parte para rematar a unos Bengals completamente superados. Patrick Mahomes tomó la decisión de ir por los seis puntos (con posibilidad de uno más con el punto extra) en lugar de ejecutar el FG, decisión que tuvo que contar con el beneplácito de su entrenador jefe.

En ese momento, los Chiefs cayeron en dos pecados capitales: por una parte, la avaricia de querer tomar más puntos de los necesarios en aquel momento. No se conformaron con tres puntos, querían siete. Pero la otra es aún más grave, la soberbia de Patrick Mahomes, Andy Reid y de todos los Chiefs en aquel momento los empujó hacia la arrogancia. Se creyeron por encima de los Bengals. Se pensaron tan superiores, y lo fueron hasta ese momento, que en pleno ataque de soberbia calcularon que, si fallaban, tendrían toda la segunda parte para ejecutar a los Bengals.

Cincinnati salió con otra actitud en la segunda parte. Ajustaron la defensa, fueron capaces de parar el primer drive de los Chiefs y a partir de allí empezaron una lenta remontada que los llevó a dar la vuelta al marcador, mientras que los exultantes Chiefs de la primera parte desaparecieron por completo: todo su bagaje en la segunda parte fue un gol de campo que les permitió empatar el partido e ir a la prórroga, donde fueron derrotados a pesar de empezar con la posesión del balón.

Nadie podrá saber qué hubiera pasado si los Chiefs no actúan con tanta soberbia en el final de la primera parte, lo que sí sabemos es que los Bengals habrían tenido que tomar muchos más riesgos en ataque. También atestiguamos la cura de humildad que sufrieron Patrick Mahomes, Andy Reid y los Chiefs por actuar con tanta avaricia y soberbia, pecados capitales que los privaron de poder jugar su tercer Super Bowl consecutivo. Y aunque esto es la NFL y el football, los pecados capitales también son aplicables.

¿Crees que los Chiefs aprenderán la lección la temporada que viene? Te leemos en los comentarios bajo este artículo y en nuestras redes sociales.